Taller de escritura y lectura.

Llego al aula un poco más temprano y mientras paso por los bancos pienso en lo mal diseñada que esta el aula, entra luz por todos lados y no se va a ver lo que escriban en el pizzarrón. Trato de buscar algún lugar más o menos cómodo si es que se puede encontrar. Y si lo encontré. Pienso que tendría que llegar más temprano todas las clases porque un lugar así no voy a encontrar en otra parte del aula. Me siento cómoda. Me saco mochila, saco, bufanda. Pasan dos minutos caen dos personas que evidentemente son mucho más altas que yo y se sientan justo en frente mio. ¿Por qué esa maldad? No solo son más grandes sino que además tienen rastas en grandes cantidades, a lo Bob Patiño que me tapan aún más la vista hacía el pizzarón. Miro para los costados y el aula estaba llena y estábamos todos del único lado del aula que se ve. Puta madre. Llega la profesora. Pienso que no se llame Agustina, que no se llame Agustina. Había escuchado que era muy exigente y muy pocos aprueban. La profesora deja sus cosas en el escritorio y dice: Buenas noches, me llamo Agustina y estamos en la clase de taller de escritura y lectura de Semiología. Las pocas ilusiones de promocionarla se van, ahora no me veo ni llegando a final. Miro a la profesora, necesito ver alguna característica.  Empiezo a imaginar que cómo esta vestida tiene un blog de moda donde cada tanto sube como esta vestida y creo que ese blog lo vi en vacaciones de invierno. Pienso que no tuve que ver tantos blogs en vacaciones. Tengo a dos rastas adelante mío que no me dejan ver y me toco la profesora que todos le tienen miedo ¿Mejor manera de empezar esta cursada? Empieza a tomar lista y nos dice: En la lista tengo a 60 y acá son 80, los 20 que no nombre se van a aula 21. Empiezo a dudar si me nombro o fue una ilusión mía. Veo que se levantan todos a la vez, cuento muy por arriba y veo que si, que llegan a ser 20. Me nombraron. Espera. Uno de los rastas de adelante mío se va. Veo un poco mejor el pizzarón y a la profesora. La profesora dice siguen siendo muchos para un taller, 10 más se tienen que ir y en forma de lo que yo tome un chiste dice: Créanme la otra profesora es menos corrige con menos exigencias.Me río. Nadie más se ríe. Se levantan no 10, sino 15. Veo que se van todos los posibles que pueden taparme el pizzarón. Ahora solo me queda prestar todo lo que pueda atención para lograr cumplir con las supuestas exigencias de la profesora. La profesora empieza a hablar, dice otro chiste: Les mentí, yo soy la menos exigente. Nos presenta la materia, como van a ser los trabajos, formas de entrega, libro. Yo no le vi nada malo hasta ahora, es más no parece tan exigente. Nos vamos 45 minutos antes de que termine la hora porque no tenemos el libro y además no tuvimos clase de teoría. Antes de que nos retiremos todos dice: La próxima clase lleguen puntuales. Ahí esta, es maniática de los horarios y la puntualidad. Sigue hablando: así podemos retirarnos antes y todos llegan para la cena en sus casas. Es verdad pienso. Si saliéramos 20.30 yo llegaría a las 21.00 para ver la novela y cenar. ¿En dónde la habrán visto mala? ¿Será que hay dos Agustina? ¿Será que a las clases de la noche llega tan cansada que no quiere ni exigir? Con las clases me voy a ir enterando. 
Busco los auriculares, el celular, la sube, guardo todo y empiezo a caminar a la parada del colectivo. Llego. Veo que viene una chica caminando hacía mi. ¿La conozco de algún lado? ¿Por qué tengo tan poca memoria fotográfica? ¿Por qué camina directo hacía mi? Me saluda. Saludo. Veo que quiere hablarme. Me saco los auriculares. En mis auriculares se escucha a todo volumen que tengo una canción de una novela colombiana que por alguna razón se me pego y termino en mi celular. Me avergüenzo por tenerla tan alto y en el celular. Me dice: 
- ¿Vos estabas en la clase de taller? 
- ¿Aula 12? Le digo 
- Si! Yo estaba al lado tuyo. 
¿Por qué no presto atención?
- Ah, no me di cuenta. Estaba en otra cosa.
- Ah, si yo tenia miedo de la profesora decían que era mala. 
Ven, no era la única a la que le había llegado ese rumor. No todo era parte de ilusiones.
- Si, me dijeron lo mismo pero no pareció mala. 
- A mi tampoco! ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Si. Le digo con miedo.
- ¿Qué crema tenes puesta en las manos? Tiene un rico olor y se siente a lo lejos. 
Pienso qué es lo que esta pasando en ese momento ¿Qué tipo de crema? ¿Me pararon para preguntar esto? ¿Esto esta bien? ¿O yo estoy exagerando? ¿Qué hago? ¿salgo corriendo? ¿Y el colectivo? ¿Dónde esta el colectivo cuando se lo necesita? ¿Cómo le contesto? Todo eso paso en mi cabeza en menos de un segundo. Bueno, algo tengo que decirle:
- La verdad que ni idea, mi mamá consigue cremas a un precio mucho menor de lo que salen entonces siempre trae y yo siempre se las agarro pero nunca me fijo. ¿Si queres me fijo y te cuento la próxima clase?- Intente sonar amable, en serio.
- Ah, dale. Gracias. Ahí viene el colectivo ¿Cuál te tomas?
- Cualquiera que me deje sobre la avenida porque tengo que tomar dos. 
- Ah, yo me tomo el otro. 
- Bueno, nos vemos.Y subí al colectivo. 
Fue una conversación muy rara. Nos digo que mala pero no me habían sacado tema así antes. Y a todo esto, no se como se llama la chica y obviamente me acuerdo poco y nada de la cara. ¿Habrá pensado que mi mamá es una narcotraficante de cremas o habrá entendido que tiene alguien que trabaja en esa fabrica y se las regalan? Espero que lo segundo. Dejo de pensar en el tema y empiezo a pensar que ya tengo varias actividades que hacer. Vuelvo a ponerme los auriculares y suena: Desarma y sangra de Charly. Ese tema me gustaría ponerlo desde el auricular del teléfono y que suene en todo el colectivo.