sábado, 20 de junio de 2015

Es tan frágil depender de todos.

Es difícil poder darle una significación a la muerte, por lo menos para mi, en todos los casos, la muerte vino con una justificación, ese algo que me dejo un milímetro más tranquila, eso que me dijo que ya no se podía hacer más nada. Siempre la muerte se me llevo a las personas después de una enfermedad, después de creer que eso por lo que estaban pasando no es vida. Incluso pude entender que la soledad fue una enfermedad para una de esas personas. Quizás tengo un pensamiento que se acerca a un témpano sobre este tema, quizás tener algo que se acerque a una respuesta me hizo poder tomar distancia sobre esto, pude más de una vez pensarlo en frío. Esta distancia me permitió poder despedir a los que se fueron de una sola vez, dejarlos ir, siempre creí que atarlos a este mundo en donde ellos ya no podía estar, ya no querían no me llevaba a nada. Si puedo colaborar dejándolos ir, yo quiero hacerlo.

Esa distancia que yo genere con respecto a la muerte me hizo creer que la mía no era importante, sólo un pequeño encuentro con ella, nada de importancia. Tuve dos momentos en mi vida en donde la muerte se hizo presente, una fue involuntaria, caí en una pileta de dos metros de profundidad, tenia tres años y correr por el borde de esa pileta me parecía un juego ¿divertido? resbale y caí ¿O ya desde esos años de mi vida quería conocer que era eso "de morir"? Tuve mi primer salvación. Mi tía preocupada porque no me encontraba me vio caer y sin saber nadar, vale aclarar la valentía que supo tener, se tiro a la pileta a rescatarme. Salí un poco ahogada, un poco azul pero salí bien y al rato volví a jugar como si nada hubiera pasado. Mi otro momento fue voluntario. 

Siempre intenté poner en palabras como fue ese momento voluntario en mi vida pero nunca pude, ni siquiera a la hora de hablarlo puedo decirlo con las palabras que a mi me gustarían. Pareciera que le doy muy poca importancia pero en la realidad no es así, en la realidad siempre encuentro las palabras que quiero decir cuando ya nadie quiere escuchar. 
Ahora que ya pasaron años siento que de alguna forma fui a desafiarla a ella. Ir y decirle: vos no me estás buscando pero yo igual te voy a encontrar. No se bien porque quería encontrarla ni siquiera estoy segura de verdad querer hacerlo. Siempre dije: yo sólo quería frenar las cosas. Y buena forma que se me ocurrió eh. Aunque tenia ese sentimiento que me distanciaba de sentir algo por la muerte, tuve miedo y pedí que me salvaran. En definitiva, gana ella. En todas sus formas.  
Tuve mi segunda salvación. Y otra vez vuelvo a rescatar la valentía de una persona. Porque pudo quedarse paralizado, pudo no creerme y quizás hoy no podría estar contando mi historia y lo más importante, pudo haberse ido y no lo hizo. Hizo todo lo necesario para que yo pudiera, después de tanto tiempo, sacar una enseñanza de todo lo vivido. Eso hace que, pase lo que pase, se genere una conexión especial y no importa todo lo que pase, no importa todo lo que dejes pasar, esa conexión especial hace que si, que si podes ayudar, ahí vas a estar, haciendo vista ciega a todo. 

¿Qué podría decir después de haber pasado por todo esto? Que de los dolores más profundos se puede resurgir, que como dice Cerati: Del mismo dolor vendrá un nuevo amanecer ¡Y claro que sí! Lo importante es tener siempre en mente que no hay nada que nos pueda por terminar de derrumbar. Y que, aunque parece el cliché mas grande que se pudo inventar, cuanto más caemos más notamos cuando empezamos a subir. Si empezamos a contar con nosotros mismos antes que con los demás, los demás nos empiezan a dar esa mano que nos da el empujoncito para seguir. 

No es fácil, lo se, lo viví. Y hay un dolor que me va acompañar por un buen tiempo. Por mucho tiempo le mostré a esa segunda salvación alguien que ni yo sabía quién era, ahora a la distancia me desconozco. Los cambios llevan su tiempo y en mi etapa de transición yo fui muchas personas hasta poder encontrarme con esa, que es la que soy ahora, que me gusta ser. 
También siento que me salve yo, que decidí yo. Todo ese dolor hoy me hizo más fuerte ¿Qué número de cliché es esta frase? Hoy siento que tengo la fortaleza de poder estar acompañando a aquellos que lo necesiten sin desbordarme. Me siento fuerte como para acompañar y si caen, dejarlos caer, pero quedándome al lado, acostados en el mismo lugar hasta que el otro decida volver a empezar. Me siento fuerte para decir: Caíste pero yo me voy a quedar al lado tuyo, esperando el momento que vos quieras para volver a subir. Porque si algo aprendí es que cada uno tiene su propio tiempo y por más que queramos acelerar a mil, siempre pero siempre hay que respetar el tiempo del otro. Lo mejor que podemos hacer es no convertirlo en un tiempo muerto (linda forma de llamar a ese tiempo se me ocurrió) y poder llenarlo, de a poco, pero esperando a que el otro este seguro. Quizás se pierde pero se gana más de lo que se perdió. Y con este último cliché cierro esto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario